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HISTORIA DE
LA MASONERIA EN VENEZUELA
(UN APROXIMADO)
Recopilado y editado Por:
M\M\René A. Thomas R.
Resp\Log\Sol de Curpa N°112
Oriente de Acarigua
Realmente
son muchos los autores tanto profanos como masones que se han tomado su tiempo
para ilustrarnos sobre este apasionante tema como lo es la Historia de la
Masonería en Venezuela. De hecho, el presente trabajo es una recopilación de
algunos de estos escritos, y de cierta bibliografía, con la esperanza de poder
cumplir con los anhelos del lector sobre el desarrollo y contenido de este
tema.
Debemos
sin lugar a dudas darle crédito a ciertos acontecimientos que se sucedieron
fuera de nuestras fronteras, que de una u otra manera marcaron un hito en el
desarrollo de nuestra propia historia y de cómo llegó la masonería a nuestro
país.
ANTECEDENTES
No
voy a nombrar o remontarme a los albores de la masonería en el mundo como tal
pero solo un ligero bosquejo nos podría ayudar a interpretar los hechos
acaecidos en los Siglos XVII y XVIII.
El autor uruguayo Alfonso Fernández Cabrelli[1] compara algunas de las correspondencias
existentes entre las escalas de valores de aquellas Logias europeas del siglo
XVIII y las que hoy tenemos en Latinoamérica, de índole liberal, y se centra en
la intervención de la Masonería en la Revolución Francesa, realizada de hecho y
por la vía de las ideas. Lo anteriormente expuesto, explica la imagen creada de
la Masonería por quienes la combatieron, como los gobiernos absolutistas de
Europa y la Iglesia, en pro de la defensa
de los valores de la libertad, la tolerancia y la apertura en la recepción de
los diferentes estratos sociales, las religiones y las procedencias étnicas.
Esto una gran prueba de la participación decisiva
de las Logias Masónicas o de la de muchos de sus integrantes, en la gestación
intelectual de estos dos pasos fundamentales para la libertad del hombre, y nos
referimos a: La Declaración de los Derechos del Hombre y a la Revolución Francesa.
Asimismo, la toma de la terrible prisión de La Bastilla fue un acto forjado por
masones. Cabe destacar que Montesquieu[2], y Rousseau[3] entre otros destacados franceses de esos
tiempos, fueron masones.
La consigna "Libertad,
Igualdad, Fraternidad" es eternamente masónica. La letra del himno
nacional de Francia, conocido como “La
Marsellesa” fue compuesta por un hermano masón, de nombre Claude Rouget
De Lisle. Hija también de la Masonería Americana es la voluntad de
independencia de España que, como fruto de la perfidia personal y la impericia
política del rey hispano Fernando VII, se extiende por los virreinatos,
capitanías generales, gobernaciones y audiencias, tras la reimplantación en
España del totalitarismo borbónico. Masones Ibéricos y Americanos serían los
inspiradores y líderes del proceso de independencia de la América Hispana,
figurando sus nombres en un puesto de honor entre los padres de los nuevos
países que irían surgiendo.
En el siglo XVIII, en Londres, Gran Bretaña, se
crea la primera asociación político-secreta bajo el nombre de “Gran
Reunión Americana” donde se iniciaron o afiliaron un buen número de
futuros próceres sudamericanos siendo sus patrocinadores Francisco de Miranda
(venezolano), Bernardo O’Higgins (chileno), Andrés Bello (venezolano), Antonio
Mariño (venezolano), Vicente Rocafuerte (ecuatoriano), José Joaquín de Olmedo (ecuatoriano),
Caro (cubano) y otros más. Se indica a través de la historia que los dos más
grandes libertadores sudamericanos, nos referimos, al Q:. H:. Simón José
Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios, (Simón Bolívar) y el R:. H:.
José Francisco de San Martín y Matorras, prestaron un juramento ante esta “asociación”,
que era hacer realidad la causa de la emancipación de Sudamérica, a pesar de
que ambos paladines, tenían distintas personalidades, pero en ellos obraba la misma
sagrada misión.
Prosiguiendo con nuestro trazado, en Madrid,
España, se funda la filial de la “Gran Reunión Americana”, pero con
la salvedad de llevar como nombre el de “Junta
de las Ciudades y Provincias de la América Meridional”, y en Cádiz, España, a iniciativa del Q:.
H:. Bernardo O’Higgins Riquelme, se crea otra, la que lleva el nombre de “Sociedad
de Lautaro”. O’Higgins escogió Cádiz, para sus propósitos, por ser el
puerto marítimo más frecuentado en aquella época, por los criollos americanos,
logrando consolidar rápidamente su agrupación. Sobre la Logia Lautaro[4],
y otros eventos, el escritor colombiano Ismael López quién escribía con el
pseudónimo de Cornelio Hispano en su obra “La Vida Secreta de Bolívar”
(Editorial Bedout, Santa Fé de Bogotá, Colombia, 1.944), menciona:
“Si
el precursor Francisco de Miranda (hermano masón), hubiese iniciado solamente a
Bolívar, San Martín y O’Higgins, ello bastaría para justificar el titulo de
Padre de la Independencia, que con gratitud le prodigan hoy, los
sudamericanos...”
El comentario expresado líneas arriba, es realizado
en forma adrede, debido a que muchos francmasones actualmente creen que se le
otorgaba este título a Sebastián Francisco Antonio Gabriel de Miranda y
Rodríguez, por ser el creador de las primeras Logias Masónicas en territorio
hispanoamericano, cosa nada cierta....
Si verificamos bien la historia de América en
general, y repasamos los pocos y antiguos documentos existentes, entre ellos
los de los Cuadros Logiales, con júbilo notaremos que en todas las naciones,
ubicadas al Norte, Centro y Sur, los principales precursores, próceres y héroes
de las mil batallas o combates, llevaban junto a la espada, lanza o fusil, el
Mandil, la Escuadra y el Compás.
Según fuentes masónicas y de historiadores
españoles,[5] San Martín fue condecorado
en Bélgica en 1.825 por los masones de las Logias “La Parfaite Amitié” y “Les
Amis Philanthropos” con una medalla que lleva su perfil, el único
auténtico que se conserva con su verdadera fisonomía, debido a la dedicación
del grabador oficial del reino belga, que también era masón, su nombre Henry
Simon.
Merece asimismo la atención resaltar la revolución
o el levantamiento del masón Rafael del Riego y Nuñez, en España el 1 de enero
de 1.820, hecho que evitó fortuitamente que un fuerte contingente de soldados
españoles fuera embarcado con destino a Sudamérica, en los albores de la
independencia. Tanto masón era Bolívar como Riego, y todos ellos y sus
seguidores obedecían a una autoridad omnipotente, al supremo y oculto poder
masónico, aliado a los enemigos seculares de España: A los pueblos
anglosajones.!
Ya en el altiplano del Perú, y paralelamente a otras
insurrecciones, se gestaron otros movimientos infructuosos como el de los
hermanos Catari y el de Julián Apaza, éste último en honor de Túpac Amaru y
de los hermanos Catari, utilizó un seudónimo, llamándose luego en el fragor de
las luchas como “Túpac Catari”. Es verdaderamente importante conocer los
comentarios del fallecido escritor masónico peruano Eduardo Mendoza Silva, los
cuales burila en su libro titulado “Masonería Pre Republicana”, en su
página número 72, dice:
“Mucho
se ha escrito y hablado de la filiación masónica de Tomás Catari y de Túpac
Catari, de los que lamentablemente no quedan constancias. Sin embargo se debe
apreciar el hecho de la presencia de masones ingleses en las filas de ambos
insurrectos, mencionado por varios escritores, los que llegan hasta describir
una ceremonia masónica celebrada en Tiquiña por Túpac Catari, tal como lo
realiza el autor Martín V. Lazcano en su obra Sociedades Secretas, Políticas y
Masónicas” (Buenos Aires, Argentina.
Editorial El Ateneo, 1927).
Merece asimismo destacarse el siguiente testimonio
coincidente con el autor antes citado, que figura textualmente en la obra “Ampliaciones y Refutaciones”
(Editorial NOS. Madrid, España, 1.956 pág. 108) del autor español Mauricio Carlavilla:
“ Las sublevaciones acaecidas en el Perú y
Venezuela las organiza el francés Piconert, apoyado por sus hermanos de Francia, según dijo Alexander
Von Humboldt, en sus memorias”.
Si a esto agregamos que fue precisamente el Gran
Oriente de Francia, el que dio por aquellas épocas, las Cartas Patentes a
logias y Grandes Logias de Venezuela, Perú y Chile, y que en todos los barcos
donde viajaban ciudadanos franceses eran estos propagandistas entusiastas de
logias y de la difusión de sus ideas políticas y filosóficas[6] vemos
entonces la gran influencia de Francia como país madre de los movimientos
emancipadores de la entonces América
Latina, sin dejar de lado lo que acontecía al norte, en los Estados Unidos de
América, donde grandes hombres, verdaderos masones, daban paso a una historia
independentista sin precedentes.
Entre ellos figuran George Washington, Benjamín
Franklin en Estados Unidos de América, y al sur, Juan Pablo Vizcardo y Guzmán,
Pablo de Olavide, Francisco de Miranda, Andrés Bello López, José de San Martín,
Servando Teresa de Mier (mejicano), Joaquín Olmedo, Simón Bolívar, Antonio José
de Sucre, Hipólito Unanue, Faustino Sánchez Carrión, Juan Manuel Iturregui, y
otros más, considerados luego “padres de las futuras nuevas naciones”, siendo
todos ellos masones, y también fueron las mentes que planearon e
iniciaron las revoluciones e independencia de las colonias más importantes de toda América.
El primer chispazo de revolución en Norte América
se planificó, en 1.773, en una placentera taberna de Boston llamada "El
Dragón Verde" (Green Dragon).
Allí se reunía la Logia Masónica de San Andrés, o
en ingles Saint Andrew.[7]
La dureza de la corona inglesa a sus colonias había
alienado a los pobladores, y la sumisión de ellos estaba llegando a su clímax; pero no había un
liderazgo que emprendiera una organizada revolución. La decisión de los
ingleses de excluir las colonias del negocio del té, rebasó la cólera y la
indecisión de muchos. En la taberna del Dragón Verde, no todos los miembros de
la Logia apoyaban el movimiento
patriótico; pero los líderes masones como Paul Revere, John Hancock, Samuel
Adams y Joseph Warren trazaron el plan que inició las gestas revolucionarias independentistas.
Los líderes y miembros de la Logia del Dragón Verde se disfrazaron de
indios Mohawk y dirigieron el
ataque a los barcos llenos de té en el puerto de Boston, arrojando las cajas al
mar. Con este golpe planeado y subrepticio se inició la gesta revolucionaria en
las colonias inglesas, que rápidamente se expandió al resto de América en los siguientes 50 años.
Actualmente existe en los Estados Unidos de Norteamérica una fiesta patriótica
llamada “Boston Tea Party” en conmemoración a dicho acto heroico.
Pero esta primera guerra fue virtualmente una
primera guerra civil. Todos los colonos eran de raza blanca o
"caucasiana". No hubo mestizos, ni indios, ni negros que participaran
significantemente en esa guerra de "independencia". La mayoría eran criollos
ingleses, pero también existían holandeses, alemanes, escandinavos, escoceses,
franceses, irlandeses... todos europeos.
Así de esta forma las raíces emanadas de los
ideales masónicos de todos aquellos próceres y sus posteriores acciones hacia
la independencia de los pueblos, marcan nuestra historia.
LA MASONERIA VENEZOLANA
Vemos que los orígenes de la Masonería Venezolana coinciden de manera
casi simultánea tanto en La Guaira, en Abril de 1.797, con la llegada de cuatro
masones españoles, de tendencia liberal y prisioneros políticos, autores de la
célebre conspiración de "Los Cerrillos de San Blas"[8],
dirigida por Juan Bautista Mariano Picornell y Gomila, ilustre pedagogo
reformista, nacido en Palma de Mallorca en 1.759.
Junto con el sabio Picornell y Gomila, llegaron, José Lax, Manuel Cortés
Campomanes, Bernardo Garaza, luego Juan Manzanares, Juan Pons Izquierdo,
Joaquín Villalba y Sebastián Andrés, todos ellos masones y enemigos declarados
de la monarquía española. Estos prisioneros políticos españoles, eran miembros
activos de las logias regulares "Libertad" y
"España", que trabajaban en el templo masónico de la calle de
Basteros, en Madrid, y que posteriormente incorporan a varios venezolanos a la
actividad masónica, como en Londres, en
1.798, con el establecimiento de la Gran Reunión Americana, fundada por el
Precursor Francisco de Miranda, ya descrita anteriormente, a través de la cual
– y de las Logias Lautarinas que fueron sus sucursales–, muchos venezolanos se
incorporaron a la actividad masónica. Influidos por las ideas de la Revolución
Francesa, secretamente organizaron en Madrid una vasta conspiración para
establecer la República. Estaban cansados de la corrupción y de los abusos de
la monarquía. Cuando culminaban los preparativos de la revolución fueron
descubiertos por la policía. Por orden del Rey fueron encarcelados y embarcados
rumbo a la prisión de Cartagena de Indias. Desembarcaron en La Guaira y
temporalmente quedaron encerrados en el Castillo de San Carlos.
Desde la lóbrega mazmorra de La Guaira, estos masones españoles hicieron
contacto con José María España, Manuel Gual, Simón Rodríguez, Ponce y otros.
Se sabe que José María España por las excelentes relaciones que tenía en
La Guaira, estaba al tanto de la personalidad de los prisioneros españoles que
fueron desembarcados secretamente.
Valiéndose de sus amigos y hasta del soborno, José María España logró
hablar con ellos varias veces. En algunas ocasiones iba al Castillo de San Carlos
acompañado de Manuel Gual. Su amistad con el Jefe de la Guardia y algunas
monedas de oro, le permitieron permanecer en la cárcel largas horas conversando
con los masones españoles. Al parecer en una de esas entrevistas, José María
España y Manuel Gual, fueron iniciados formalmente en la masonería, por los
ocho Maestros Masones encarcelados.
Lo cierto es que José María España y Manuel Gual, después de esas
entrevistas secretas, reorganizaron la Logia irregular que presidían en La
Guaira, otorgando mayor importancia a los rituales. Las célebres "Ordenanzas
Constitucionales", redactadas en la cárcel por Picornell y Gomila[9],
fueron calificadas por todos los historiadores, como la declaración expresa de
una independencia absoluta, mediante la aplicación del sistema republicano para
Venezuela, y eran leídas en la Logia de José María España y después fueron
sacadas al exterior para su publicación.
Con la ayuda de José María España, Manuel Gual, Simón Rodríguez y otros
masones venezolanos, los masones españoles que estaban en el Castillo de San
Carlos, lograron fugarse a la isla francesa de Guadalupe. Al ir imprimieron una
traducción al castellano de los "Derechos del Hombre y del
Ciudadano". Editaron asimismo, la "Canción Americana"
y "Carmañola
Americana", de gran difusión en el Continente.
Más tarde, entre 1.811 y 1.818, nacen las primeras Logias en Cumaná,
Carúpano y Angostura — que más tarde, en 1.846, se llamó Ciudad Bolívar– y
donde se encuentran las primeras actividades concertadas en torno a los
principios libertarios y humanistas de la Masonería. Sin embargo, avanzan los
estudios respecto de que las primeras Logias habrían funcionado en la Isla
Margarita desde 1807, sin que hasta la fecha se haya podido confirmar la
valiosa documentación disponible. Desde entonces, la Masonería Venezolana juega
un papel de primera importancia en la vida nacional, marcada por una lucha
continua por las ideas emancipadoras, por un esfuerzo sostenido en pro de la
independencia y por sostener el régimen republicano, permanentemente amenazado.
Los grandes inspiradores y actores de la emancipación venezolana fueron
masones: Simón Bolívar, Francisco de Miranda, Andrés Bello, Simón Rodríguez y Antonio
José de Sucre y todos los que, luego, participan en la dirección de la
Venezuela republicana son, también, miembros de la Masonería: José Antonio Páez,
José María Vargas, Carlos Valentín Soublette, José Tadeo Monagas y José
Gregorio Monagas, Julián Castro, Manuel Felipe Tovar y Tovar, Juan Crisóstomo Falcón,
Antonio Guzmán Blanco, Francisco Linares Alcántara, Joaquín Crespo, Raimundo Andueza
Palacio e Ignacio Andrade. De 15 Presidentes que tuvo Venezuela en un solo siglo,
13 pertenecieron a la Masonería. Las dictaduras que se dieron en la época
afectaron gravemente a Venezuela, y ejercieron una constante perturbación en la
Masonería, lo que explica que en el
siglo XX solo figura un Presidente de la República como miembro de la
Institución, el ilustre y notable venezolano, Raúl Leoni Otero.[10]
El autoritarismo político, las cúpulas políticas acomodaticias y el
personalismo exacerbado habían encontrado un severo escollo en la Masonería.
Sus principios, eminentemente éticos y solidarios, resultaban incómodos a
quienes manejaban sin pulcritud la cosa pública y a quienes, en un clima de
escaso rigor moral, dañaban gravemente los principios democráticos. La presión
y la indebida penetración ejercida, a comienzos del siglo XIX y durante muchas
décadas, en contra de la Masonería y, desde luego, en contra de sus hombres más
distinguidos, terminaron por replegar la actividad masónica.
Como testimonio de la entrega masónica a la vida nacional, los restos de
37 masones se encuentran hoy en el Panteón Nacional, el templo en el cual el
país ha querido inmortalizar a sus más importantes servidores: Lisandro
Alvarado, Raimundo Andueza Palacio, Francisco Aranda, Juan Bautista Arismendi,
Francisco de Paula Avendaño, Andrés Bello (cenotafio), José Francisco Bermúdez,
Andrés Eloy Blanco, Rufino Blanco Fombona, José Félix Blanco, Simón Bolívar,
Luis Brión, Manuel Ezequiel Bruzual, Juan José Conde, Lino de Clemente, Manuel
María Echeandía, Juan Crisóstomo Falcón, Antonio Leocadio Guzmán, Tomás Lander,
Francisco Linares Alcántara, Antonio Mariño, Francisco de Miranda (cenotafio),
José Gregorio Monagas y José Tadeo Monagas, Juan de Dios Monzón, Daniel
Florencio O’Leary, José Antonio Páez, Juan Antonio Pérez Bonalde, Judas Tadeo
Piñango, Luis Razetti, Simón Rodríguez, José Tomás Sanabria, José Laurencio
Silva, Carlos Valentín Soublette, Antonio José de Sucre (cenotafio), Diego
Bautista Urbaneja y José María Vargas. Faltan que se cumplan los decretos
Presidenciales de 1.875 y 1.899 de repatriar y trasladar al Panteón Nacional a
los Presidentes de Venezuela Manuel Felipe Tovar y Tovar y Antonio Guzmán
Blanco, cuyos restos se encuentran en los cementerios de Epinay y Passy
de París, respectivamente, y quienes fueron grandes servidores de Venezuela y
distinguidos miembros de la Masonería.
LA GRAN LOGIA DE VENEZUELA
Todos los
autores que hablan sobre la historia de la masonería en Venezuela se refieren a
la fundación de un Supremo Consejo del Grado 33° y la Gran Logia ambos de la
República de Colombia, el mismo día de la Batalla de Carabobo, el 24 de Junio
de 1.824, pero recordemos que es el día de San Juan, patrono de las cofradías
de constructores medievales y día del calendario coincidente con el Solsticio
de Verano, festividad que es celebrada por los masones. Sin embargo, no hay
documentación que permita establecer la veracidad de ese hecho, y pudo haberse
fundado en cualquier momento entre 1.823 y 1.828, porque en el documento de la
fundación[11]
de la Gran Logia de la República de Venezuela en 1.848, se refiere a una
antigua Logia de la República de Colombia, a la cual suple esta en el
territorio de Venezuela. En su nómina se encuentran: José Antonio Páez, José
María Pelgrón, Manuel López de Umerez, Diego Bautista Urbaneja, Carlos Valentín
Sublette, Carlos Cornejo, José María Lovera, Francisco Conde, Juan José Conde,
José Gabriel Lugo, José Austria, Judas Tadeo Piñango, Felipe Esteves, Vicente
Carrillo, Gerónimo Pompa, José María Ponce y José Manuel Morales. Buena parte
de ellos, son fundadores también, de la “Sociedad
de Amigos del País”. Lo interesante es que en la nómina hay más
civiles, que militares y los militares aparecen sin rango, solo con su nombre y
apellido.
Sin
embargo, dos meses antes, el
21 de abril de 1.824, el Comisionado
Especial del Supremo Consejo Unido del Hemisferio Occidental, con sede en Nueva
York, el joyero e intelectual francés, de 61 años, Joseph Cerneau, confirió en
Caracas el Grado 33 a diversas personalidades, en su mayoría, como dice Briceño
Perozo, adalides de la Independencia y quienes, pocos meses después, fundarían
la Masonería Venezolana, el 24 de junio de 1.824, bajo la dirección del abogado
barcelonés, de 42 años, Diego Bautista Urbaneja Sturdy, miembro de la Corte
Suprema de Justicia, más tarde, Ministro de Hacienda (1.830) y tres veces
Vicepresidente de la República (1.831, 1.832 y 1.847)[12].
En la nómina de las personalidades que figuran en
el documento original del Archivo Blanco-Aspúrua, Tomo I, que se conserva en el
Archivo General de la Nación, se encontraba Simón Bolívar, quien, en esa fecha,
de 41 años de edad, estaba en Trujillo, Perú, a unos 500 Km. al norte de Lima,
recuperándose todavía de una grave enfermedad sufrida en Pativilca, razón por
la cual no estuvo presente en la ceremonia. No se sabe si más tarde recibió tal
distinción.
Ese Supremo Consejo, cuya representación trajo
Cerneau, existió, con sede en Nueva York, hasta 1.867 cuando se fusionó con el
Supremo Consejo del Grado 33 de la Jurisdicción Norte de los Estados Unidos,
fundado en 1.813, con sede en Boston y que, desde 1.968, tiene su sede en
Lexington, Massachusetts.
Como Grandes Dignatarios de la Gran Logia figura, junto al Gran Maestro Diego
Bautista Urbaneja, un grupo esclarecido de la legión civil del ciclo libertario
de Venezuela: José Cordero, Manuel López de Umérez, José R. Martín, Andrés
Narvarte, José María Pelgrón, Fernando Peñaver y José María Lovera. Desde
entonces, a la Gran Logia le correspondió coordinar, en 1.824, a las 18 Logias
bajo su dependencia, no sólo como organizaciones valerosas, sino de reflexión y
fomento de los ideales humanitarios que estimulaban el pensamiento de avanzada.
No hay que olvidar que en los trece años de sacrificios que costó la
independencia venezolana hasta 1.823, se había perdido el 30% de su población,
y todavía en 1.829 había brotes realistas.
Existen ciertas connotaciones históricas sobre Simón Bolívar y la
Masonería y alguna discrepancia entre algunos
autores ya que unos afirman que Bolívar se inició en la logia de los Caballeros
Racionales en Cádiz de la mano del Generalísimo Francisco de Miranda, y otros
aseguran que fue en Francia donde conoció de los augustos misterios de nuestra
orden específicamente en la logia San Alejandro de Escocia en Paris. De esto
último, no hay duda de que El Libertador
perteneciera a nuestra augusta orden ya que aparte de la gran cantidad de documentos
que así lo acreditan, el escritor Ramón Díaz Sánchez, descubrió en Paris el
documento original que prueba su ingreso
a la Masonería, y ese documento tiene la firma autógrafa del
Libertador fechado el “11 del undécimo mes del año masónico 5.805”,
y fue iniciado con el grado de Compañero. Pero
también es cierto que sale a relucir una conversación entre el General Simón
Bolívar y Luis Perú de Lacroix mientras esperan los resultados de
la Convención de Ocaña, donde se referirá a la
masonería de la siguiente manera:
[…]Habló de la masonería, diciendo
que también él había tenido la curiosidad de hacerse iniciar para ver de cerca
lo que eran aquellos misterios, y que en París se había recibido de Maestro,
pero que aquel grado le había bastado para juzgar lo ridículo de aquella
antigua asociación; que en las Logias había encontrado algunos hombres de
mérito, bastantes fanáticos, muchos embusteros y muchos más tontos burlados;
que todos los masones se asemejan a los niños grandes jugando con señas,
morisquetas, palabras hebraicas, cintas y cordones; que, sin embargo, la
política y los intrigantes pueden sacar partido de aquella sociedad secreta[…][13]
Él también juzgaba la sociedad
como influyente en materia política, y esta creencia privará después del
atentado septembrino, con el famoso Decreto del 8 de Noviembre de 1.828 donde “proscribirá
las sociedades secretas, cualquiera sea su denominación”.[14] Lo cierto es que la masonería había
abandonado el mundo del absolutismo ilustrado, del siglo XVIII, cuando era una
sociedad esotérica, preocupada por la filosofía y la práctica de la ciencia,
para ser suplida, en el siglo XIX, por un club político y civil que involucraba
al mundo de los negocios y de la toma del poder, quedando clausuradas también las logias masónicas existentes en algunas
ciudades de la republica.
Sobre este
tema hay ciertas contradicciones y versiones entre algunos historiadores ya que
unos piensan que de hecho el decreto de Bolívar era dirigido especialmente a la
masonería, por la acumulación de poder que ella ostentaba, cuestión que es de
dudar ya que siendo Bolívar masón es poco probable que él hubiese hecho ese
decreto con esa finalidad, la otra versión, es que el Libertador cuando redactó
ese decreto era dirigido a los círculos conspiradores que encabezaba entre
otros, el General Francisco de Paula Santander, que buscaban eliminar a como
diera lugar al Padre de la Patria, por sus aspiraciones personales y su sed de
poder, por cierto, aunque parezca mentira el General Santander también era
masón.
La
masonería se asentará en la sociedad latinoamericana, después del proceso
independentista y de hecho en 1.823 el General José Antonio Páez, estaría
solicitando la regularización de una Logia que él dirige en Valencia y nos da
noticias del establecimiento de otras Logias en Cumaná y Barcelona (en el
Oriente venezolano).[15]
El documento es suscrito entre otros, por Juan Uslar, José Abreu de Lima[16]
y comparten con ellos otros militares venezolanos e ingleses.
Cuando en 1.830 Venezuela se separa de la Gran Colombia, la Gran Logia
cayó en sueños a consecuencia de los compromisos contraídos por sus miembros
con la estructuración de la naciente vida republicana hasta que el 9 de
septiembre de 1.838, bajo el mismo Gran Maestro Diego Bautista Urbaneja, la Gran Logia acuerda reactivarse y proseguir
su obra bienhechora, la que cumple, sin otra interrupción, hasta la fecha.
Por otro lado se sabe que entre 1.817 y 1.818 existían
dos logias, una de las cuales funcionaba en la casa del comerciante Francisco
González de Linares, cuyo hermano Manuel González de Linares era también un
prominente masón. Al mismo tiempo en el territorio Guayanés dominado por los
republicanos, un comerciante de origen británico de nombre James Hamilton,
forma en 1.818 en Angostura la logia llamada “Concordia Venezolana”,
bajo autoridad de la Gran Logia Provincial de Kingston (Jamaica). Entre los
militares británicos que se unieron al ejército de la republica había varios
masones, que fundaron la “Logia Colombiana”, ya en
funcionamiento desde Diciembre de 1.820,
y que en Febrero de 1.821 celebró una sesión en Achaguas, donde estaba
acantonada la unidad británica.
En 1.821, en Caracas se forma el taller La Unión, y en Valencia
la “Logia
La Concordia”, ambas dependientes de la Gran Logia de Pensilvania. A
partir de 1.821, tras la batalla de Carabobo, se empieza a organizar la
masonería Venezolana instalándose en 1.822 las logias “Protectora de Las Virtudes”
en Barcelona, “Perfecta Armonía” en Cumana, “Fraternidad Colombiana”
en Caracas, “Valor y Constancia” en Valencia, “Unanimidad de Cartago y Bolívar”
en la Guaira, todas ellas con cartas patentes de la Gran Logia de Maryland
(Baltimore); en 1.823 se instalan las logias “Regeneradores” de
Maracaibo y “Aurora” en la Guaira, estas con patente de la Gran Logia de
Nueva York. Uno de los más antiguos libros masónicos publicados en Venezuela,
fue el titulado “Espíritu de los Estatutos y Reglamentos del Orden Franc-Masónico” (sic)
y el “Diccionario de todos los términos y expresiones que están en uso para
las logias”, impreso en Cumaná en 1.823 y redactado por Manuel José
Ribas, de la logia Perfecta Armonía.
El 16 de mayo de 1.824 se funda en Caracas la Gran Logia de Colombia y
se instala solemnemente el 24 de junio de ese mismo año, siendo Diego Bautista
Urbaneja[17]
su primer Gran Maestre, en ese entonces la Republica de Colombia abarcaba los
departamentos de Venezuela, Nueva Granada y Quito, tal como se ha explicado
anteriormente.
Poco después de separarse Venezuela de la Gran Colombia, el 2 de diciembre de 1.823, cuando el general José Antonio Páez, masón
Grado 33°, proclamó solemnemente que “'ya estaba asegurada la paz y Libertad de
Venezuela”, funcionaban en el país regularmente 18 Logias:
- Protectora
de las Virtudes (Barcelona).
- Perfecta
Armonía (Cumaná).
- Guaira
Unanimidad (La Guaira).
- Fraternidad
Colombiana (Caracas).
- Concordia
Venezolana (Angostura).
- La Unión
(Caracas).
- Regeneración
(Maracaibo).
- Valor y
Constancia (Valencia).
- Aurora
(San Felipe).
- Amistad
(Barquisimeto).
- Hijos
de Colón (El Tocuyo).
- Libertad
(Puerto Cabello).
- Unión
Filantrópica (Coro).
- Concordia
(Valencia).
- San
Juan de la Constancia (Guanare).
- Concordia
(Caracas).
- San
Juan de Margarita (Margarita).
- Virtud
(Carúpano).
La masonería Venezolana comienza su reorganización en Caracas de forma
independiente fundando la Gran Logia de Venezuela, siendo su
Gran Maestro Diego Bautista Urbaneja; año y medio más tarde, los masones
Venezolanos que se encontraban investidos del grado 33 de la Masonería
Escocesa, resolvieron instalar el Supremo Consejo del Gado 33 para la República
de Venezuela y a tal efecto se reunieron en Caracas el 4 de mayo de 1.840,
siendo proclamado Gran Comendador el General José Antonio Páez para ese
entonces Presidente de la República. El Supremo Consejo unido a la Gran Logia
de Venezuela, constituyeron en Caracas el 31 de enero de 1.841 el Gran Oriente
Nacional de Venezuela siendo el General Carlos Valentín Soublette[18]
su primer Gran Maestre. En 1.843 la Gran Logia de Venezuela reagrupaba los
talleres Perfecta Armonía Nº 2 (Cumana),
Unanimidad Nº 3 (La Guaira), La Unión Nº 5 (Caracas), Concordia Nº 6 (Caracas),
Libertad Nº 11 (Puerto Cabello), Unión Filantrópica Nº 12 (Coro), Concordia Nº
13 (Valencia), Regeneración Nº 15 (Maracaibo), América Nº 17 (Caracas),
Restauración Nº 23 (Río Chico), Caracas Madre Nº 24 (San Fernando de Apure),
Tolerancia Nº 25 (San Felipe), Aurora de Petare Nº 26 (Caracas), La Paz Nº 27
(Valencia), Unión del Baúl Nº 28 (El Baúl), Independencia Nº 30 (Puerto
Cabello) y Victoria Nº 31 (Nirgua).
En el año 1.847 se produjo la primera división de la masonería
Venezolana, al ser creado un Gran Oriente disidente. Dado que muchos de los
grandes actores políticos, militares e intelectuales pertenecían a la orden
masónica, y los enfrentamientos políticos, de poder y la efervescencia que se
vivía en todos los ámbitos de nuestro país, no podían menos que afectar también
a nuestra augusta institución.
Por otra
parte, el debilitamiento progresivo de la republica y del poder de la iglesia
católica, permitieron un mayor desarrollo de las actividades públicas de la
masonería, empezaron a construirse templos masónicos donde en sus fachadas se
encontraban los signos de la institución, como en el templo de la Guaira
inaugurado en el año de 1.853.
Por otro lado, el joven Antonio Guzmán Blanco[19]
pronuncia uno de sus primeros discursos en las exequias masónicas del General
Santiago Mariño en 1.854.
Después de finalizar la guerra federal, se produce la reunificación de
los dos grandes sectores de la masonería, durante el gobierno de otro iniciado
en la masonería el Mariscal Juan Crisóstomo Falcón[20],
el 30 de abril de 1.865, adoptando como nombre el de Gran Oriente Nacional de
Venezuela siendo su gran Maestre Ramón Díaz.
Desde el año 1.863, un grupo de hermanos masones pertenecientes a la Logia
“Esperanza”
de Caracas entre quienes se encontraban Isaac Pardo y Casiano Hernández, habían
constituido la Sociedad del Templo Masónico, empezaron a recabar fondos y su vez fueron adquiriendo
lotes de terrenos, con la finalidad de edificar el templo, entre las esquinas
de Jesuitas a Maturín, donde la primera
piedra fue colocada en Septiembre de 1.864 con emotivos discursos de Fernando
Arvelo y de Isaac Pardo. Durante el régimen del General Guzmán Blanco (1.870 –
1.887) la institución masónica se fortaleció y se extendió por todo el
territorio nacional, siendo esta considerada la mejor etapa de la institución
masónica en Venezuela, llamada también los Años de Oro de la masonería
nacional. Para ese momento surgen problemas con la construcción del Templo ya
que lo recaudado para tal fin no era suficiente. Entonces la respetable Gran
logia de Venezuela solicitó ayuda a todas las logias de la jurisdicción para
que no se interrumpieran las obras.
En esos días el Presidente Antonio Guzmán Blanco, Grado 33º que estaba
en lo más alto del poder, ejercía las funciones de guarda templo de la Logia “Esperanza”
Nº 7, y enterado de la
dificultad que había surgido con la construcción del Templo, ordena al
Ministerio de Fomento hacerse cargo de la conclusión de la obra, siendo
inaugurado el día 27 de abril de 1.876.
Las logias lo declararon Gran Protector de la Institución Masónica en
Venezuela, teniendo que enfrentar el cisma que se produjo en 1.882 y que se
resolvió en 1.884. A finales del año 1.882 la masonería Venezolana estaba
constituida según las denominaciones de la época por: un Superior Consejo del
Grado 33, con 48 miembros, un Gran Consistorio con 54 príncipes, un Consejo de
Caballeros Kadosh con 88 integrantes, un Soberano Consejo con 40 príncipes
Rosacruces, una Gran Logia con 60 hermanos y 750 hermanos regulares
pertenecientes a 19 logias simbólicas.
Todos los presidentes de Venezuela, desde José Antonio Páez hasta
Ignacio Andrade, fueron masones. Eso solo demuestra que la política Venezolana
marcho al vaivén de las ideas que nacían dentro de la masonería, no con pocas
discrepancias y choques, por que el pensamiento liberal tuvo diferentes
protagonistas, desde la posición conservadora de José Antonio Páez, la revolucionaria
de Ezequiel Zamora, hasta el moderno liberalismo de el General Antonio Guzmán
Blanco.
La caída del poder político y social de la masonería comenzó con el
gobierno de Francisco Linares Alcántara, quien cometió el error de entrar en
pugnas de poder con Joaquín Crespo, Modesto Urbaneja, Nicanor Bolet Peraza y
otros dirigentes masones, los que aprovechando la ausencia del país de Antonio
Guzmán Blanco, comenzaron a deslizar ataques contra la obra del Ilustre
Americano.
Luego de los múltiples problemas que se suscitaron en lo político y lo
social, el General Guzmán Blanco llama a Caracas al General Joaquín Crespo
quien llegó a la capital procedente de Maracay en el año 1.883, a una reunión
en la que se acordó la sucesión presidencial. Con el asenso del General Joaquín
Crespo a la presidencia de la Republica en el año 1.884, mejoró en algo la
situación de la masonería, pues Crespo fervoroso masón, llevó al gabinete
ministerial a conocidas figuras de logias caraqueñas. Pero se encontró con infinidad de problemas, como el
hambre en los campos, la malaria, el erario público en bancarrota, actuando en
contra de sus buenas intenciones.
Aparte de todo este panorama desolador, se encuentra también entre dos
fuerzas intransigentes y difíciles de conciliar: los Guzmancistas liderados por
Rojas Paúl, González Guinand, Pimentel y Bello, y los amigos de Crespo que lo
animaban para que se alzara con el santo y con la limosna. Joaquín Crespo fue
presidente por dos periodos, y en el último
que fue de 1.892 hasta 1.898, soportó cuartelazos y movimientos subversivos
donde estaban involucrados masones y antiguos amigos, pero Crespo logró salir
airoso de todas esas confabulaciones, consolidándose más en el poder.
Ya en 1.897, el gastado liberalismo, siempre del brazo de la masonería,
comenzó a moverse a favor de la candidatura de Ignacio Andrade, dirigente masón
y que para el momento de su escogencia ejercía el cargo de presidente
(Gobernador) del Estado Miranda, y que en ese momento dicho estado ocupaba un
espacio geográfico equivalente a los actuales estados Aragua, Miranda, Nueva
Esparta y Guárico juntos. Ignacio Andrade tomó posesión de la Presidencia de la
República el 28 de febrero de 1.898 en medio de desconfianzas y nubes agoreras.
Luego de importantes alzamientos uno del General José Manuel Hernández el 11 de
marzo de 1.898, y otro del General Ramón Guerra el 19 de febrero de 1.899, Andrade
presenta su primer y único mensaje al CongresoNnacional, el 27 de febrero de 1.899,
pintando un cuadro desolador, donde los continuos alzamientos se unían a los
estragos de la epidemia de viruela que diezmó poblaciones enteras, la crisis
del tesoro público y la baja del precio del café, fueron el caldo de cultivo, y
lo último con lo que se tuvo que enfrentar, fue La Revolución Liberal
Restauradora, liderada por Cipriano Castro, quien el 23 de octubre de 1.899,
entra triunfalmente en Caracas.
Ese día se cerró el ciclo histórico del Liberalismo Amarillo y con ellos
el poder y la influencia política de la masonería en la vida pública del país.
Cuando el terremoto del 26 de Octubre de 1.900, que causó destrozos en Caracas,
también afectó al Gran Templo Masónico, produciendo deterioros en la Cámara
Capitular, en el vestíbulo exterior, en los Pasos Perdidos y en algunas
cámaras, la fachada también sufrió daños y en algunos lugares del templo, se
desplomó el techo.
El Presidente Cipriano Castro no era masón, aunque tenía respeto por el
papel histórico de la masonería y por la actividad moralista que cumplía. Al
ser informado de los daños acaecidos en el Gran Templo, inmediatamente ordenó
al Ministerio de Fomento la reparación de los mismos, trabajo que se cumplió
con celeridad y a satisfacción de la Gran Logia, la cual agradecida, el 3 de
marzo de 1.904 emitió un voto de profundo reconocimiento al Presidente Cipriano
Castro. El 10 de junio de 1.904 quedó terminada la reconstrucción del Gran
Templo, y el 13 de julio de 1.904, se reestrenó el local con una ceremonia de
exaltación de la respetable logia “Fe” Nº 14, la cual inauguro la
“Cámara del Medio”.
La masonería no cayó en desgracia con el advenimiento de Cipriano Castro,
pero perdió su papel de institución dirigente. Sus principales representantes
cayeron en desgracia política, ya no formaban parte de las grandes decisiones
de la nación, ni ocuparon cargos de relevancia en la administración pública.
Ese cambio hizo decaer el prestigio que la institución había tenido por más de
tres cuartos de siglo, ya las personalidades no tocaban las puertas del Gran
Templo, ni los jóvenes con deseos de escalar posiciones solicitaban su ingreso
en las logias, era más rentable y requería de menos esfuerzo, hacerse amigos de
los partidarios de Castro y las logias dejaron de ser puntos de atracción
social, moral y política.
Con el asenso de Juan Vicente Gómez al poder, en 1.908 la situación
siguió igual que con Cipriano Castro, J.V. Gómez sin perseguir a la Institución,
tampoco la favoreció en lo más mínimo, resignándose los masones a pasar de la
envidiable posición que siempre ostentaron, a su anulación total como Institución
influyente en la sociedad. Ese año regía los destinos de la institución el Gran
Maestro Domingo A. Coronil, quien había colaborado con el gobierno de Ignacio
Andrade y después se hizo amigo del régimen de Cipriano Castro. Más tarde con el
General Juan Vicente Gómez, tampoco tuvo problemas. El gomecismo nunca
persiguió a la masonería. Prefirió ignorarla. Gómez dentro de su poca
instrucción, sabia a través de sus conversaciones con Leopoldo Batista y
Francisco González, que el Libertador había sido masón. El General J.V. Gómez
sentía una gran devoción hacia la figura del Libertador, pensaba que si Simón
Bolívar había pertenecido a la masonería, seguramente debía tratarse de una
asociación “buena”, y como muestra de esto, cuenta el médico Jacobo Bendhan
Chocron, dos veces Gran Maestro de la Gran Logia de la Republica de Venezuela,
que una vez el General J.V. Gómez, lo
mandó a llamar a su despacho en Maracay.
Cuando después de una larga antesala lo hicieron pasar a la oficina del
General, el Dr. Jacobo Bendhan Chocron temblaba pensando en la Rotunda y otras
cosas que pasaban por su cabeza. Pero el dialogo aunque corto fue amistoso:
_ ¿Así que usted es el jefe de
la masonería?, le pregunto Gómez.
_Si, soy el Gran Maestro de la
Gran Logia de la Republica de Venezuela, mi General.
_Y que hacen ustedes en la
masonería, volvió a preguntarle mientras le clavaba la mirada en los ojos.
_Nos reunimos pacíficamente
para conversar sobre la importancia de las virtudes y la moral. También
inculcamos el amor al trabajo, el respeto a la patria y la práctica de las
buenas costumbres.
_Aja, eso si me gusta.
Mientras prediquen el amor al trabajo, el respeto a la patria y la práctica de
las buenas costumbres, nunca serán molestados.
_ ¿Y es verdad que el
Libertador Bolívar fue masón?
_Si excelencia, el Libertador
Bolívar fue miembro de la Masonería.
_Aja, muy bien, eso ya me lo
habían dicho.
En efecto, el General J.V. Gómez no se metió nunca con la masonería, ni
ella con él. Los espías del dictador y algunos masones que estaban en altos
puestos o eran sus socios, le informaban constantemente sobre lo que en la
Confederación masónica se hacía, donde las reuniones eran inofensivas y no
representaban ningún peligro para el régimen.
La Masonería Venezolana sobrevivió los 27 años del régimen de Gómez, sin
sustos ni tropiezos. Fue una convivencia pacífica que permitió que las logias
trabajaran, pero la Masonería perdió todo el prestigio y poder que adquirió con
Páez, Antonio Guzmán Blanco y Crespo. Esa actitud sumisa y acomodaticia, se
dejo sentir en las décadas siguientes.
Ya en el año 1.935 el mandato del General J.V. Gómez está pasando por
sus últimos momentos, pero como todo animal herido, es cuando se encuentra más
peligroso. Un problema fronterizo con la hermana republica de Colombia, en el
Río Tarra, provocó un malestar en las
filas de nuestras Fuerzas Armadas. El gobierno de J.V. Gómez, esencialmente
militarista, comenzó a preparase para una eventual confrontación con Colombia,
comprando armamento y pertrechos para ocho mil efectivos. Por otra parte
Colombia hizo lo mismo y armaron a diez mil efectivos del ejército. Todo el año
de 1.935 fue de encendidos debates y preparativos, pero gracias a Dios la
sangre no llego al río, la cordura prevaleció sobre los fanatismos y posiciones
a ultranza, y además el “Benemérito” ya estaba llegando al
final de su vida, muriendo el 17 de diciembre de 1.935, culminando así una de
las páginas más oscuras de nuestra historia contemporánea.
El General Eleazar López Contreras, hasta entonces Ministro de Guerra y
Marina, se encarga de la Presidencia de la Republica por decisión del Gabinete
Ministerial y conforme a lo dispuesto por el General Gómez antes de su muerte.
Una de sus primeras acciones, fue poner en libertad a todos los presos
políticos que estaban hasta ese momento, presos de manera indefinida, dependiendo
únicamente de la voluntad del General J.V. Gómez, y su segunda gran decisión
fue la de autorizar el regreso de todos los exiliados, con la única excepción
de los comunistas, y también permitió alguna libertad de prensa y de reunión. Todas
estas decisiones que el General Eleazar López Contreras tomó, fueron en contra
de la voluntad de muchos de los dirigentes gomecistas que todavía estaban en
cargos de alto gobierno. La muerte de Juan Vicente Gómez desató una crisis
política, de la cual se hubiesen podido haber aprovechado los antigomecistas
para llegar al poder, pero el Gral. Eleazar López Contreras supo controlar la
situación calmando la efervescencia, con medidas salomónicas, evitando de ese
modo una nueva guerra civil.
El 14 de febrero de 1.936, el Presidente E. López C. tuvo su primera gran prueba de estadista, ya
que después de una balacera en la Plaza Bolívar de Caracas, con un saldo de
varios muertos y heridos, se realizó una gigantesca marcha y concertación
encabezada por Jóvito Villalba. El general sin dejarse atemorizar por ese
multitudinario movimiento de masas, hizo los cambios necesarios en el gobierno
para darle respuestas a las aspiraciones del pueblo. Destituyó a Pérez Soto,
León Jurado y otros gobernadores y ministros identificados con el gomecismo,
para sustituirlos por personajes conocidos por su vocación democrática como
Rómulo Gallegos, Alberto Adriani, Alberto Smith, Néstor Luis Pérez, Regulo
Olivares, Albano Mibelli y otros. Uno de los destituidos por el Presidente,
León Jurado era miembro de la masonería. A todo esto como ya era costumbre la
Gran Logia mantuvo absoluto silencio, repitiendo el mismo accionar observado
durante el gomecismo, y prefirieron hacerse la vista gorda y adoptar la
política de convivencia, la cual le había dado sus frutos en cuanto a poder
trabajar “libremente” en las logias, pero que hundió a la institución en un
profundo desprestigio, del cual paso mucho tiempo, para lograr superarlo.
En el año 1.937 comenzó la organización de un partido político llamado PDN
(Partido
Democrático Nacional), que culmino el 27 de septiembre de 1.939 con la
realización de su Primera Convención Nacional, donde se eligió el Directorio
Nacional bajo la presidencia de Rómulo Betancourt. Varios de los integrantes de
esa directiva fueron miembros de la masonería, Inocente Palacios, Alejandro
Oropeza Castillo (Masón), Raúl Leoni (Masón), Luis Lander, Jesús Paz Galárraga,
Gonzalo Barrios, Antonio Leindez, Valmore Rodríguez (Masón), Ana Luisa Lovera,
Leonardo Ruiz Pineda, José Oropeza, Luis Beltrán Prieto Figueroa (Masón), Luis
Alberto Pocaterra, Raúl Acosta, Luis Troconis Guerrero, Luis Augusto Dubuc y
Gualberto Fermín. El PDN, fue la antesala de lo que luego se transformaría en
el Partido Acción Democrática (AD), y el 29 de julio de 1.941 fue legalizada su fundación emergiendo a la vida pública, en un acto
celebrado en el Nuevo Circo de Caracas, el 13 de septiembre de 1.941, donde
pronunciaron vibrantes y emotivos discursos, Rómulo Gallegos, Andrés Eloy
Blanco (Masón), Luis Beltrán Prieto Figueroa (Masón), Mario García Arocha y
Rómulo Betancourt.
Con el controvertido golpe del 18 de octubre de 1.948, Acción
Democrática se hace de poder, y con ese partido algunos miembros de la
masonería que actuaban de forma individual. El 24 de octubre de 1.948, un golpe
militar dirigido por los comandantes Carlos Delgado Chalbaud, Marcos Pérez
Jiménez y luego Felipe Llovera Páez, derrocó al gobierno de Rómulo Gallegos.
Luis Felipe Llovera Páez, era miembro de la masonería, nacido en Ciudad
Bolívar el 14 de abril de 1.913, habiéndose iniciado en 1.937 en la Resp\ Log\ Aurora de
Paria Nº 42, fundada en Güiria, Estado Sucre, en 1.872. Más tarde cuando asume
el mando definitivamente del país, el General Marcos Pérez Jiménez, después de
la muerte de Delgado Chalbaud, Luis Felipe Llovera Páez estaba encargado del
Ministerio de Relaciones Interiores, y dicen que fue benevolente con algunos
masones llevados a prisión por participar en actividades subversivas, y lo
mismo se puede decir del famoso Bachiller Castro, mano derecha de Pedro Estrada
jefe de la Seguridad Nacional, ya que muchos aseguran que el Bachiller Castro
salvó de torturas y otras atrocidades a muchos opositores que identificaban
como masones.
Otro colaborador del General Marcos Pérez Jiménez, el Comandante Rafael
Ángel Molina Franco, miembro de la Respetable Logia Esperanza Nº 7, de Caracas,
también ayudó a muchos masones que cayeron en las redes de la Seguridad
Nacional, bajo la sospecha de conspirar en contra del gobierno.
Esa ambigüedad en el proceder de algunos miembros de la masonería,
estando con tirios y troyanos y a su vez perteneciendo a la misma tolda, igual
que sucedió en la época de Gómez y en la transición de López Contreras, y que
según algunos comentaristas y estudiosos de la masonería, dicen que esta
actitud fue la clave para haber sobrevivido los tiempos difíciles, pero otros consideran que es la causa de su
decadencia o por lo menos de su franco debilitamiento.
Lo cierto es que la Masonería como institución miró los toros desde la
barrera el drama de los ocho años de gobierno dictatorial del General Marcos
Pérez Jiménez. El General nunca se metió con la Orden, no se sabe si para
congraciarse con su amigo Llovera Páez o porque consideró que la masonería no
representaba ningún peligro para la estabilidad de su gobierno.
La dictadura de Marcos Pérez Jiménez, perjudicó indirectamente al
desenvolvimiento y crecimiento de la Institución Masónica. Por otra parte, la
falta de libertades y el régimen de terror que había impuesto el gobierno a
través de la Seguridad Nacional, redundó en la disminución de las actividades
masónicas, mermando sobre todo el numero de iniciaciones y el ímpetu creativo y
creador de algunos intelectuales democráticos, que deseaban impulsar a la
institución a la modernidad acorde con
los nuevos tiempos.
Durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, la atmósfera política estaba
enrarecida, la suspicacia y la desconfianza predominaban a todo nivel, produciendo
tres bandos claramente diferenciados: los demócratas y progresistas situados en
la resistencia, los adeptos al gobierno y contratistas extranjeros que se
aprovechaban de las ventajas que el régimen les otorgaba, y los indiferentes
que solo se ocupaban el vivir sus vidas sin correr ningún tipo de riesgos.
La institución Masónica como no era una isla aparte de la realidad que
en el país se vivía, no escapaba de la pugna entre estas tres corrientes nombradas anteriormente. En los altos cuadros
dirigentes dominaba la tendencia conservadora, partidaria de mantener a costa
de lo que fuera una posición neutral, y para lo cual adoptaron una actitud
contemplativa, que no estaba acorde con el del descontento nacional por los
abusos del régimen y por supuesto no supo ejercer el papel que de haber
interpretado la realidad venezolana de ese tiempo, hubiese tenido que adoptar.
Corría el año de 1.953, Rafael Otero Silva, un hombre que hacía gala un
carácter afirmativo, poco dado a la consulta democrática y a la libre
exposición de las ideas, era la persona que estaba al frente de la Gran Logia
de Republica de Venezuela. Entre sus planes personales, tenía en proyecto,
hacer demoler el Gran Templo Masónico para la construcción de un edificio, plan
que se frustró cuando la empresa con la cual pensaba ejecutar la obra, no
ofrecía las garantías necesarias, y un grupo de altos personeros de la
masonería, entre gallos y media noche, decidieron quitarle la investidura de
Gran Maestro.
La conjura que se realizó exitosamente, provoco una secesión. Un grupo
de logias defensoras de la fundamentación jurídica, se declara independiente.
Al año siguiente, otro grupo de logias, donde sobresalían masones de mentalidad
democrática y de ideas modernas en materia de organización institucional, se
reunió en Valencia Edo Carabobo, para estudiar la situación de la masonería
nacional y la necesidad de redactar una nueva Constitución, más democrática y a
tono con los nuevos tiempos.
De la reunión de Valencia, salió la decisión de hacer contactos y
conversaciones con todas las Logias de la jurisdicción, para la formación de
una “Comisión
Unificadora”, que sería la encargada de organizar una “Gran
Convención”, que pusiera fin a la división de la Masonería y preparar
el camino para la renovación de la Constitución y los Estatutos Generales de la
Orden. La Gran Convención se realizó en el Gran Templo Masónico,
ubicado en Caracas, de Jesuitas a Maturín el 18 de agosto de 1.956, con la
asistencia de 215 diputados, en representación de 72 logias, que constituían la
mayoría del pueblo Masónico.
Las deliberaciones se prolongaron por tres días, finalmente el 20 de
agosto, los 215 diputados presentes, poniéndose de pie, aprobaron por
unanimidad la nueva Constitución, la cual después seria conocida como la “Constitución
de 1956”. Esa carta magna, fruto del espíritu unificador de la
Masonería y del deseo de progresar con instrumentos legales modernos, fue
recibida con júbilo en toda la Confederación.
Una de las disposiciones de la nueva Constitución, era el voto
democrático, universal y secreto para la elección del Gran Maestro y demás
dignidades de la Gran Logia y en virtud de ese mandato, los maestros masones de
todas las logias de la jurisdicción, ejercían el papel de electores.
En las elecciones realizadas según lo dispuesto por esta moderna
Constitución, resultó electo como Gran Maestro, Augusto Ascanio. En el
mes de abril de 1.957, de acuerdo con lo establecido por la Constitución
de 1.956, se reunió en el Gran Templo Masónico, la Alta Cámara
Legislativa, y estuvieron presentes los diputados de casi 100 logias, lo que
significaba que se agregaron 27 logias más, a las 72 que aprobaron la
Constitución.
Ante este cuerpo masónico, el Gran Maestro Augusto Ascanio,
presentó su memoria y cuenta e hizo una amplia disertación sobre las bondades
de la nueva Constitución, a la cual denomino "Constitución
Unificadora".
Las 72 Logias, que el 20 de agosto de 1.956, aprobaron la "Constitución
Unificadora", por medio de sus representantes según consta en el
documento firmado al respecto, fueron las siguientes:
- Protectora
de las Virtudes N° 1. Dr. Rafael C. Bello,
Napoleón Marcano Maza, Luis Rafael Itriago Muñoz, Juan Bernabé Brotons,
Pedro López Centeno.
- Unanimidad
N° 3. Urbano Daniel Nancy, Carlos Ramón Arévalo.
- Fraternidad
N° 4. Felipe Cruz Delgado, Manuel V. Rivero, Francisco Grullón.
- Regeneradores
N° 6. Dr. José Rafael Silva Cedeño.
- Esperanza
N° 7. Balbino González Magallanes, J. R. Castro Graterol, Gregorio
Vidaurreta, Joaquín Carmen Plana, Pedro López.
- Alianza
N° 8. Andrés Bertrand Perdomo.
- Victoria
N° 9. Hugo Montesinos Castillo.
- Asilo
de la Paz N° 13. Lorenzo Vargas Mendoza.
- Fe N°
14. Alfredo Latuff, Dr. César Peralta Mora. Dr. Buenaventura Briceño
Belisario, Celestino B. Romero. COMISION ESPECIAL para atender a los
Delegados. Dr. César Peralta Mora, Dr. Santos Carrasquel Sabino, Celestino
B. Romero, Arístides González, José Gómez y Gómez Juan Rondón Damas, Tibor
Matras. (Según Gr:. Plancha N° 2.622 del 9-8-56).
- Tolerancia
N° 15. Gerónimo Fuentes, Manuel Meléndez, Dr. Thibaldo González, Pablo
García.
- Unión
Fraternal N° 17. Dr. Yosías Delima
Camejo, Ismael Delgado.
- Lealtad
N° 19. Dr. M. A. Lanz López, Francisco Falcón Hurtado, Héctor Aguirre. R.
Rodríguez Vargas, Jesús Ramírez Figueroa, Ramón Fernández Pérez, Urbano
Aponte Bolívar, P. A. Ruiz Paz Castillo. Pedro R. Sierra, José Danilo
Arzola.
- Virtud
y Orden N° 22. Próspero Valentini, Salvador Malavé.
- Bella
Altagracia N° 24. Hornero R.
Echevarreneta, Pablo Meza Gómez.
- Candor
N° 27. Ángel Ramón Naranjo, Pedro Grau Méndez, Pablo Zoppi, Domingo
Morales Del Río, Tomás Morales Briceño.
- Pedro
Cova N° 28. Juan Francisco Girón.
- Andrés
Bello N° 33. Pedro Manuel Rengifo, Candelario Cabrera
Mérida, Antonio Navas Pulido, Neemías Serfati, Malaquías Fernández.
- Concordia
N° 36. Santiago Quintana Gutiérrez (con derecho a delegar su representación
en otro H:.).
- Sol de
América N° 37. Antonio Somoza, Edito Acevedo, Manuel
Porras Puigbó.
- Estrella
de Guanipa N° 4. Arnín Anderi.
- Guaicaipuro
N° 43. José Antonio Márquez, Tomás Pascual Liñán, Alberto Figueredo Siso,
Salvador Camero, John H. Heaford, Luis Felipe Sanmartín.
- Luz del
Caribe N° 44. Dr. Luis Guillermo Burgos Finol, Cnel.
Héctor D' Lima Polanco, Armando Rodríguez, Zacarías Rodríguez, Felipe Día.
- Estrella
de Occidente N° 50. Celestino Peraza Medina.
- Aurora
de la Paz N° 55. Vicente Balbi Romano,
Julián R. Campos, Vicente Morales Díaz, Aldo Quaglia.
- Carabobo
N° 69. Dr. José Antonio Campos Delgado.
- Unión y
Progreso N° 70. Imposibilitados enviar
Delegados se adhieren resoluciones que se tomen.
- Renovación
N° 72. Eduardo Vera Custodio, Ernesto Amaya Piñeros, Luis A. Carratú,
Eduardo Delpino Arias, Salvador Ortega.
- Francisco
de Miranda N° 73. Ramón A. Debourg.
- Sinaí
N° 78. César V. D' Suze. Dr. Pedro J. Hernández Pérez, Martín Mora
Saavedra, Prof. Raúl Aguana Figuera, Prof. Armando Lovera H.
- Juan
Bautista Arismendi N° 79. Josué Vicente Rosanía.
- Francisco
Salías N° 81. José Quijada Gamboa, Juan Ramón Méndez,
Francisco Silva Acuña.
- Ricaurte
N° 82. Nicolás Jesús Salazar.
- Luz y
Armonía N° 83. Arturo Graffe Armos, Marcos Vinicio
Artílez.
- Sol de
Nueva Esparta N° 84. Fortunato Rosas Díaz,
Raúl Sifontes Fermín.
- Sol del
Táchira N ° 85. Dr. Antonio Vicente
Ramírez Calderón, Tito Sánchez y Sánchez.
- Libertador
N° 89. Juan Manuel Barrios.
- 19 de
Abril N° 90. Dr. Víctor M. Roldán, Ignacio Acosta Gadea,
Dilvo Salvatori.
- Amantes
de la Caridad N° 95. Rafael D' Guido Véliz,
Manuel Lucart Salazar.
- Sol de
Carabobo N ° 97. Francisco J. Sarquis.
- Benito
Juárez N ° 98. Salvador Valera, Cirio Colina.
- Fraternidad
Humana N° 98-A. Eneas Marín, José Núñez
Guaimare.
- George Washington N° 100. Harold Simpson, Carlos A. Pinaud, J. D.
Farnum A. Cobo, C. M. Stacey, B. Bertarione.
- Libertad
Española N° 101. Domingo Pérez y Pérez,
José Marra Llopis, José Marra Herranz, Manuel Diéguez, Francisco Pacheco.
- José
Plaz Ortiz N° 103. Cnel. José Daniel Vera
Custodio, quien por enfermedad delegó sus facultades en el H: .Fabricio
Fuentes.
- Falcón
N° 104. Ricardo Roig Márquez, César Yamarte López.
- Antonio
José de Sucre N° 105. José Núñez Guaimare.
- Estrella
de San Juan N° 107. Efraín J. Pinto.
- Sol del
Tacarigua N° 108. Ramón Antonio Fernández
Pérez, Magdaleno Rico Morales, Miguel Abraham Vargas.
- Armonía
N° 110. Antonio Pulido Balza.
- Sol de
Curpa N° 112. Argenis Vivas, Alcides Barrios, Dr.
Francisco Cortése.
- Símbolo
N° 113. Joaquín Acosta Santana, Manuel Pelucarte, Enrique Celestino Navas,
Luis Lugo, Oscar Palacios.
- Gandhi
N° 114. Frank Maurete, Oliverio Farras Jaramillo, Luis Rangel Pérez.
- Sol de
Anzoátegui N° 117. Juan B. Villamizar,
Alfonso Granda Santobeña.
- Estrella
de Bolívar N° 118. Manuel Gil Subero. César
Vallenilla Díaz.
- De
Molay N° 119. Ferdinand Pici, Pedro Díaz Abalo, S. Cula
Rosemblat, J. J. Gschwebndtner. Leopoldo
Hernández.
- Hermes
N° 121. Enrique Delmas Blasco, José Torrente Durán, Feliciano Martín Galán,
Juan Rucosa Zordia, Juan Mariscal Máximo.
- Estrella
del Icabaro N ° 125. No puedo enviar Delegado
pero se adhieren sin objeción a lo que resuelva la mayoría.
- General
Rafael Urdaneta N° 126. Emiliano Faria Tuvíñez.
- Estrella
de Aragua N° 127. Ramón Horacio Velásquez,
Juan Pablo Bolívar, Anselmo Benezca.
- Luz de
Miranda N° 131. Roberto S. Ferrer R.,
José Manuel Ceballos, Cristóbal Sánchez Martínez, Hugo Obregón Obregón.
- Cuna de
América N ° 133. Rafael Agüero Morales.
- Pitágoras
N ° 134. Fernando Bustamante.
- Amistad
N° 136. Feliciano Hernández.
- Moderación
N° 137. Leonardo B. Gómez.
- Estrella
del Caroní N° 139. José A. Cardozo Ochoa,
José Jesús López, Francisco Herrera García, Francisco José Machado.
- Humboldt
N° 141. Franz Kaletta, Siegmund Neuburg.
- Giordano
Bruno N° 142. Aldo Barbero, Rocco Visalli, Líbano
Marmuggi, Remigio Ficeli.
- Unificación
N° 143. Pedro A. Sanoja.
- Igualdad
N° 145. Vicente Bloise, Eugenio Gota R, Juan Guglielmi, Luis Reyes
Ventura.
- José
Cortés Madariaga N° 147. AIfonzo Granda Santobeña,
quien delegó su representación en el H:. Juan B. Villamizar; Pío E.
Rodríguez, Bruno E. Pohl, Pablo Luis Alexis Rozo, Cándido E. Rodríguez,
Herminio Quintero, Leonardo Bideau.
- Dignidad
Humana N° 14. Juan A. Angulo Paúl, Nicolás Minaretzis,
Juan Crisóstomo Mijares Infante.
- Ilustre
Americano N° 150. Américo Lora Camacho,
Jesús Emilio Jiménez, Guillermo Medina, Eduardo Padilla lIlas, Francisco
A. Hernández.
Las 27 Logias que se adhirieron después a la "Constitución
Unificadora" o "Constitución de 1.956",
fueron las siguientes:
- Porvenir
N° 18
- Lealtad
N ° 19
- Estrella
de Paria N ° 25
- Unión
N° 49
- Estrella
de Las Pampas N ° 54
- Dios y
Patria N ° 67
- Dalla
Costa N° 75
- Bolívar
y Morillo N ° 91
- Sol de
Aragua N° 96
- Hiran
N° 102
- Asilo
Llanero N ° 106
- Oasis
de La Paz N ° 111
- Teófilo
Leal N° 115
- Buenavista
N° 116
- Lago de
Maracaibo N° 120
- Luz y
Justicia N° 122
- Luz del
Universo N° 123
- Sol de
Imataca N° 128
- José
Martí N ° 129
- Estrella
de Guzmán Blanco N° 130
- Sol de
Cojedes N° 132
- Maracay
N ° 138
- Luz del
Turimiquire N° 140
- Jesús
Enrique Lozada N ° 146
- Gral.
José Félix Ribas N° 148
- Estrella
de Paraguaná N° 151
- Bolívar,
Ricaurte y Martí N ° 152
Cuando todo parecía indicar que la armonía y la unidad ya no serían
perturbadas en la Confederación Masónica, el Gran Maestro Augusto Ascanio,
sorpresivamente, el 14 de Octubre de 1.957, dictó el Decreto Nº 21, para derogar la
Constitución de 1.956 y los Estatutos Generales de 1.957, y poner en vigencia
la vieja Constitución de 1.924 y los Estatutos de 1.931.
El asombro fue grande, al recordarse que el día martes 21 de abril de 1.957,
solo 6 meses antes, en la Tenida Extraordinaria celebrada en Cámara de
Maestros, el Gran Maestro Augusto Ascanio, fue el primero en estampar su firma
en un documento para reafirmar la decisión de cumplir y hacer cumplir fielmente
la nueva Constitución de 1.956 y los Estatutos Generales de 1.957 y otras
reformas aprobadas para el progreso de la masonería en nuestro país. Según se
supo después, grupos conservadores de los Altos Cuerpos Masónicos, presionaron
al Gran Maestro Augusto Ascanio, para que dejara sin efecto las reformas
aprobadas por la Alta Cámara Legislativa. No deseaban democratizar y modernizar
el instrumento legal que lograra la elección directa, universal y secreta de
todas las Altas Dignidades y del Gran maestro.
El decreto Nº 21, cayó dentro de la masonería como un sismo de alto
grado. La división no tardó en producirse y un grupo numeroso de logias se
salió de la obediencia y estableció otro Gran Oriente, para seguir trabajando
bajo la Constitución de 1.956, por ser la última aprobada por las casi 100
logias que votaron por ello representadas por los 215 diputados que asistieron.
Esto conllevó a una debacle en el sentido que Logias iban y Logias
venían de Gran Oriente a Gran Oriente, se adherían, se salían, y este proceso
fue la perdición para la unificación que tanto se quiso y que realmente era el
sentir de los Masones que votaron por la Constitución de 1.956 y los Estatutos
Generales de 1.957. Hoy en día, ha sido imposible lograr la “unificación”
de todas las Logias del país en una sola Gran Logia y un Gran Oriente que las
abarque a todas para que se unan así los esfuerzos individuales en un efectivo
proceso de emancipación y libertad interno, con un mismo rito y un fin común
como lo es el progreso de la Orden a todo nivel, sin disputas ni querellas, sin
contratiempos ni diferencias, sino haciendo alarde de lo que realmente se busca
en la Masonería como lo es la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad
de todos sus miembros, basados en los cimientos del Templo único, que son Salud,
Fuerza y Unión.
Los cambios registrados en el país con el movimiento popular del 23 de
enero de 1.958, que acabaron con la dictadura de Marcos Pérez Jiménez,
encontraron a la masonería nacional dividida y con poca fuerza. Las logias que
quedaron en la obediencia, trabajaban sin mayores proyecciones, dedicadas al
ritualismo y a la actividad social reducida al círculo de los talleres,
mientras que las demás que siguieron la Constitución de 1.956 y los Estatutos
Generales de 1.957 continuaron trabajando por su lado.
El 12 de marzo de 1.964 asumió la presidencia de la republica, el Dr.
Raúl Leoni, abogado, político y sindicalista, nacido en Upata Edo. Bolívar, el
26 de abril de 1.905 habiéndose iniciado en la masonería en la ciudad de
México. Posteriormente cuando estuvo exilado en la Paz, Bolivia, de 1.955 a 1.956,
ascendió al grado de Maestro en una logia de la capital Boliviana. Se le
recuerda en la Masonería Boliviana por sus ideas democráticas, apegadas al
derecho.
Pero el presidente Raúl Leoni al asumir la primera magistratura, nada
hizo a favor de la masonería venezolana, seguramente porque no tuvo contactos
con ella o por que la Masonería no supo aprovechar esa situación especial, para
lograr un punto de apoyo que le permitiera proyectarse eficazmente en el mundo
profano. El gobierno del presidente Raúl Leoni es recordado como una de las
mejores gestiones gubernamentales de nuestra época democrática, por su
intachable conducta, su gran honestidad y gran humanismo, cosas que dan fe de
su condición Masónica.
El hermetismo, la falta de imaginación y capacidad de maniobra de los
dirigentes masones en la era democrática venezolana, impidió a la institución
ganar prestigio y poder.
No se pudo entender el porqué la masonería tenía que actuar con tanta
flexibilidad, sin sentido de oportunidad pero con espíritu de grandeza pudiendo
sacar provecho en el buen sentido de la palabra, de las coyunturas que se
presentaban en el país, para afianzar así su desarrollo como sociedad, sin
necesidad de comprometerse con ningún partido político o empeñar su tradicional
independencia. Masones que estaban en “sueño”, olvidados por sus logias,
ocuparon altos cargos públicos durante las administraciones de Raúl Leoni y Carlos
Andrés Pérez. Pero como ocurrió con Valmore Rodríguez, Andrés Eloy Blanco, en
el primer gobierno de Rómulo Betancourt y en el de Rómulo Gallegos, por su
desvinculación con las logias o por que la dirigencia Masónica no supo tomarlos
en cuenta, las posiciones políticas que ocupaban en nada beneficiaron en el
progreso de la Institución Masónica en Venezuela.
Para terminar este resumen de la historia de la masonería Venezolana, es
importante señalar que la Orden en el país perdió progresivamente influencia en
la vida nacional, ninguna de sus credenciales históricas fueron suficientes
para llamar la atención de los gobernantes de turno en el siglo pasado y lo que
va de este. La equivocada política de aislamiento sistemático, la marginó de
los grandes movimientos de opinión, donde una institución benemérita, como es
la masonería, con dirigentes hábiles habría podido obtener resonante prestigio
y poder para el bien de la sociedad en general.
Todos estos años de era democrática Venezolana, tenían que haber sido el
marco propicio para el engrandecimiento de la masonería, pero repetimos la
falta de liderazgo, imaginación, sentido de la oportunidad, una moderna
organización y un inteligente empleo de los recursos humanos, impidieron que la
Orden lograra un desarrollo a tono con las credenciales que supo acumular a
través de la historia.
Ahora el porvenir de la Masonería venezolana, depende fundamentalmente
de la preparación y capacidad de maniobra de quienes la dirigen, sin caer bajo
la tutela de grupos ultra conservadores, los cuales desde la reconstrucción de
la Gran Logia, en 1.838, siempre trataron de hacerla caminar a la saga de sus
intereses particulares, olvidándose del carácter progresivo y progresista de la
institución, generadora de las ideas que hicieron transformar la historia.
El futuro de la Masonería Venezolana puede ser promisorio, en la medida
en que se imponga el espíritu de grandeza, el ejercicio de la docencia en todos
los niveles y se practique la fraternidad real, no la de complicidad automática,
para hacer de las logias verdaderos talleres de pensamiento y generadores de la
perfectibilidad personal y social.
Además sería fundamental, lograr un Gran Oriente con una Gran Logia y un
solo Rito, conformado por todas las Logias existentes en el país, luchar por un
mismo ideal o fin común, remendar los errores del pasado y ver un futuro grande
en toda la extensión de la palabra, donde solo la armonía, la paz y la
verdadera luz que cada uno de nosotros llevamos dentro, iluminen el universo
eterno que se nos hace infinito ante nuestros pies, pero finito ante la
grandeza de lo que sería la verdadera fraternidad masónica, ya que la fuerza
interna del egregor irradiado sería enceguecedor para quienes intentaran ir en
contra de nuestros principios.
A TODOS MIS QQ\HH\
S\F\U\
L\I\F\
“La Masonería es única, y
únicos sus miembros,
Sálvanos Oh G\A\D\U\ con tu infinita sabiduría,
que los necios nos digan qué hacer
y los oportunistas se lucren
gracias al esfuerzo ajeno.
Crezcamos firmes en nuestros principios,
consolidemos nuestros propósitos y
venzamos a quienes nos adversen.
La historia nos reconocerá por siempre
tal como el tiempo se funde en el espacio
y hagamos de la Masonería un Todo
un Todo indisoluble y Magno
donde Todos seamos Uno,
y Uno seamos Todos!!!!”
M\M\ René A. Thomas R.
Resp\Log\ Sol de Curpa N°112
Oriente de
Acarigua
ANEXO 1
A:. L:. G:. D:. G:. A:.
D:. U:.
Al Gr:. Or:.
de Caracas, e113° D:. D:. 9° M:. M:. A:. D:. L:. V:. L:. 5858
(09 de septiembre de
1838 e:. v:.)
Reunidos en el local correspondiente
el M:. R:.
G:. M:. DD:. y OOf:. de la M:. R:. G:. L:. antes titulada de la
República de Colombia, a saber: los M:. II:. HH:. Diego Bautista Urbaneja, José
Cordero, Carlos Cornejo, Bartolomé Manrique, Manuel López de Umérez, José María
Lovera, José Manuel Morales, Juan José Conde, Felipe Esteves, José María de las
LLamozas y José María Pelgrón, el M:. R:. G:. M:. abiertos los trabajos en la
forma y términos acostumbrados, manifestó: que por un efecto imprescindible de
las alteraciones políticas que han tenido lugar desde el año de 1829, en cuya
época se dividió el pacto social que existía entre los tres Estados que antes
formaban la República de Colombia, Venezuela uno de ellos, quedó árbitra y
señora de su propia suerte, y en consecuencia, se constituyó como una Nación
libre e independiente, dándose al efecto una constitución y leyes bajo cuyas
bases ejerce desde 1830 toda la plenitud de su soberanía, reconocida ya por
todos los demás Estados independientes del Sur y Norte América, y de otras
varias naciones en el continente europeo; que mientras Venezuela por virtud de
su nueva nacionalidad aseguraba el hermoso sistema que le rige, aseguraba
también sus instituciones, y las hacía respetables por fuerza de la razón,
apoyada en la física, yen el patriotismo de sus habitantes, no ha sido posible
que la M:. R:. G:. L:. que anteriormente había sido instalada y reconocida en
toda la extensión del hemisferio colombiano como el G:. O:. de aquella
República, se pusiese en conformidad y analogía con la transformación política
que queda anunciada, reinando por tanto en todo el tiempo que queda dicho, el
silencio y la circunspección que eran indispensables hasta su oportunidad, sin
dar actividad a sus trabajos, mientras que llegase el momento a propósito de
verificarlo; que ahora que la paz interior y exterior de que goza el territorio
que ocupa la República de Venezuela, ha asegurado el reposo público, y en él se
ha animado todos los gérmenes de prosperidad que ella encierra; cuando el
espíritu nacional y todas las virtudes cívicas parecen cooperar a la
conservación, estabilidad y engrandecimiento del país; y tan preciosos bienes
no pueden lograrse de un modo permanente e indestructible, sino procurándose
con gran esmero y tesón, la unión, amor y concordia entre los venezolanos; que
ningún resorte es más fuerte y poderoso para fundar establemente en la
República el imperio inefable de la unión como la MAS:., por cuyas
filantrópicas instituciones fue que en 1824 se esparció con profusión sobre el
territorio de Venezuela la verdadera luz y su foco luminoso de moral y de
virtud, extendieron sus rayos para mejorar el estado social y en fin, que esta
grandiosa obra sólo puede emprenderla la M:. R:. G:. L:. fundada y establecida
en este G:. Or:.
El M:. R:. G:. M:. sometió las
prudentes consideraciones a los RR:. Miembros que se hallaban presentes, para
que discutiéndose con el tino y sabiduría que le son propias, se acuerde si son
aceptados, una Gr:. resolución fundamental, que coincida a que se restablezca
en el hemisferio venezolano el orden simbólico, interrumpido tanto tiempo hace
por las razones que dejó enunciadas.
Varios RR:. miembros tomaron
la palabra en apoyo de las razones emitidas por el M:. R:. G:. M:. y después de
algunos discursos acertados por unánime votación se acordó:
Primero:
que la M:. R :. G :. L:. fundada y establecida en Caracas antes del G:. Or:. de
la República de Colombia, es y debe ser considerada como de la República de
Venezuela, declarándose desde ese día en actividad y en toda la plenitud de
autoridad y facultad simbólica, según le conceden los estatutos generales del
orden, componiendo la parte que le corresponde en el Gr:. Or:. nacional.
Segundo:
Que con el objeto importante de que este acuerdo llegue a noticia de todos los
hijos de la verdadera luz esparcidos en Venezuela, se imprime y circule a los
VV:. MM:. y demás DD:. de las LI:. establecidas antes en este territorio para
que cada uno por su parte se reinstale de nuevo, exijan de esta R:. G:. L:. la
refrendación de sus cartas constitucionales, y queden dependientes del G:. Or:.
de Venezuela.
Tercero:
Que donde no exista DD:. de las indicadas LI:. se comisione por el M:. R:. G:. M:.
a un masón de alto grado, celoso de la propagación del orden, para que active,
forme y reinstale la L:. que antes existía, sujetándose a este G:. O:.
nacional, y siguiente en esta importante comisión los estatutos generales del
orden simb:. del rito escocés antiguo aceptado y reconocido por la M:. R:. G:.
L:. expidiéndose al efecto las competentes letras de comisión.
Cuarto:
Que se dirija una Gr:. plancha circular con este acuerdo a los GG:. OOr:. de
los Estados Unidos del Norte, de Francia e Inglaterra.
Quinto:
Que por la muerte de varios RR:. HH:. 00:. y OOf:. de la Gr:. L:. Se nombran
interinamente los que falten hasta que tengan lugar las nuevas elecciones. En
consecuencia y acto continuo, se procedió a la elección de los funcionarios
conforme al acuerdo, y terminado resultó el cuadro del modo siguiente:
Gr:. M:. Diego
Bautista Urbaneja, 33°- 1er Rep:. José Cordero, 33°- Rep:. Manuel López Umérez,
33°- 1er Gr:. V:. José R. Martín, 33°- 2° Gr:. V:., José María Lovera, 33°- Gr:.
Orador, Andrés Narvarte, 33°- Gr:. Sec:., José María Pelgrón y siguen otros
nombres y cargos.
[1] ).- FERNÄNDEZ CABRELLI, Alfonso.- El Papel de la
Francmasonería en la Revolución Francesa. Es Doctor en Derecho y Ciencias Sociales de la
Universidad del Uruguay, fundador de la Junta Nacional y Regional patrocinadora
de Anales; dirige la Revista “Hoy es Historia” la cual se publica en Montevideo
desde 1.984.
[2]).- Charles Louis de Secondat Barón de Montesquieu, nacio en
Burdeos ( Francia ) un 18 de enero de 1689 y murió un 10 de febrero de 1755.
Perteneció a la Logia “The Horn Tavern”,
Londres. Este masón es mas conocido por Charles Montesquieu. Charles perteneció
a una familia noble. Estudió derecho en Burdeos y en París. De su tío heredo el
titulo de Barón de Montesquieu y el cargo del Presidente del Parlamento entre
los años 1716 y 1727. Clasifica a las formas de gobierno en
tres: república, monarquía y despotismo (basada en el temor de los súbditos)
donde sostiene que debe darse una separación y un equilibrio entre los
distintos poderes a fin de garantizar los derechos y las libertades
individuales. Es partidario de la republica pero le parecía que una monarquía
con división y jerarquía de poderes era la mejor forma de gobierno. El
pensamiento de Montesquieu tuvo una gran influencia sobre los liberales que
llevaron a cabo la Revolución Francesa de 1789 y la posterior independencia de
los estados americanos. La separación de poderes es un legado que Montesquieu
obtuvo de Locke.
[3] ).- Jean-Jacques Rousseau (Ginebra, Suiza, 28 de junio de 1712 – Ermenonville, Francia,
2 de julio de 1778) fue un filósofo
franco-suizo; usualmente es definido como un ilustrado, pero parte de
sus teorías prefiguran el posterior Romanticismo. Las ideas olíticas de Rousseau influyeron en gran
medida en la Revolución Francesa, el desarrollo de las teorías Liberales, y el
crecimiento del nacionalismo. En
su famoso tratado político El contrato social o Principios de derecho
político (1762), expuso sus argumentos sobre
libertad
civil y contribuyó a la posterior fundamentación y base ideológica de la
Revolución Francesa, al defender la supremacía de la voluntad popular frente al derecho divino.
[4]).- Vicente Fidel
López
(1815-1903), en su obra “Historia de la República Argentina”, Buenos
Aires, Argentina, 1912, Tomo VI, pág. 305, lo siguiente: No fue como generalmente se ha creído, un
título de ocasión sacado acaso de la Leyenda Araucana del poeta y conquistador
español Alonso de Ercilla,
sino una “palabra” intencionalmente masónica y simbólica, cuyo
significado específico no era “guerra a España” sino “expedición a Chile”: secreto que sólo se revelaba a los iniciados en al tiempo de jurar el
compromiso de adherirse y consagrarse a ese fin. Lautaro era el cacique araucano,
luchador indómito contra los conquistadores españoles, muerto cuando aún no
cumplía 22 años, en 1.557, e inmortalizado en “La Araucana” por el poeta épico
y militar español Alonso de Ercilla y Zúñiga, en 1569. Su nombre fue propuesto,
en Londres, en 1798, por Bernardo O’Higgins, de 20 años, a su maestro, el
Precursor Francisco de Miranda, como símbolo del origen libertario de América.
[5]).- Augusto Barcía
Trelles,
decía que San Martín había ingresado a
la masonería en 1808 a la Logia “Integridad” de Cádiz (centro del liberalismo español), y frecuentó
durante su ostracismo europeo, Logias en Inglaterra, Bélgica y Francia, como
antes lo había realizado en Lima, específicamente en la Logia “Paz y Perfecta
Unión”. Con relación al viaje de San Martín y la de otros complotados para que
llegaran a América en 1812, vale la pena destacar la colaboración económica y
pecuniaria del dirigente masón londinense, James Duff, IV Conde de Fife.
(Emilio J. Corbiére. “La Masonería, Tradición y Revolución”, II Parte.
Editorial Sudamericana, Buenos Aires,
Argentina, 2001, página 31).
[6] ).- ONSARI, Fabián. “San Martín, la Logia Lautaro y la
Francmasonería”. Supremo Consejo del Grado 33 y Gran Logia de la Masonería
Argentina. Buenos Aires, Argentina.
1964, pág.74),
[8] ).- En los últimos años del siglo XVIII, un
grupo de «elementos subversivos» intentaron –sin éxito– acabar con el monarca
español Carlos IV para instaurar un nuevo régimen de «libertad, igualdad y
abundancia». Esta conspiración, bautizada como de «los cerrillos de San Blas»,
estuvo comandada por el mallorquín Juan Bautista Picornell, a quien acompañaban
Juan Manzanares y los profesores Manuel Cortés y José Lax. Todos ellos, según
algunos autores, serían masones pertenecientes a las logias madrileñas Libertad
y España. Por desgracia, sus planes fueron descubiertos y desbaratados el 3 de
febrero de 1795 (día de San Blas).
9).- Participó
en la Conspiración de San Blas, movimiento
encaminado a difundir las ideas republicanas de la Ilustración y que
durante su presidio en La Guaira ayudó
a organizar la Conspiración de Manuel Gual y José María España que tras fracasar hizo que huyera a
las Antillas. Hizo sus estudios en la Universidad de Salamanca, escribió
varios tratados pedagógicos y otros de tinte revolucionario como el
"Discurso sobre los mejores medios de excitar y fomentar el patriotismo en
una monarquía". Como traductor, Picornell pasará a la historia por su
traducción de la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano que apareció con la Constitución
francesa de 1793. Una
vez sofocado el intento revolucionario de la Guaira huye a las Antillas para
difundir su ideología republicana e inspirada en los ideales de la Revolución
Francesa. El fracaso de la independencia de Venezuela le
llevará a Estados Unidos y de
allí se trasladará a Cuba donde fallece.
[10] ).- Raúl Leoni Otero (El Manteco, Bolívar, 26
de abril de 1905 - Nueva York, Estados
Unidos, 5 de julio de 1972) fue
un abogado, político y masón
venezolano. Presidente del Senado y del Congreso de la República entre
1959 y 1963. Presidente de Venezuela entre los años 1964 y 1969.
[12] ).- Mario Briceño
Perozo en “Los Masones y la Independencia. La obra de
Carnicelli”, separata del Boletín del Centro de Historia del Estado Falcón, Año
XXXV, N º 34, diciembre 1988).
[13] ).- CARNICELLI, Américo (1975): Historia de la masonería
Colombiana (1833-1940), Cooperativa Nacional de Artes gráficas, Bogotá, Vol. 2.
[14] ).- FERRER
BENIMELI, José Antonio (1998): El
discurso masónico y la Inquisición en el paso del siglo XVIII al XIX. Revista de la Inquisición,
Nº 7.
[15]).- HIPPIESLEY, Gustavus (1928):
Narrative of the expedition to the rivers Orinoco and Apure in the South
America, London, John Murray.
[16] ).- MENDEZ
SERENO, Verónica Cristina (1995): La
Iglesia Católica en tiempos de Guzmán Blanco Biblioteca de la Academia Nacional
de la Historia Fuentes para la Historia Republicana de Venezuela Caracas.
[17] ).- Diego Bautista Urbaneja
Sturgy (Barcelona, 16 de diciembre de 1782 - Caracas, 12 de enero de 1856) fue un abogado y militar venezolano de la causa republicana.
[18] ).- Carlos Soublette (La Guaira, 15 de diciembre de 1789 - Caracas, 11 de febrero de 1870) fue un militar y político
venezolano. De nombre completo Carlos Valentín José de la Soledad Antonio del
Sacramento Soublette y Jerez de Aristigueta, nació en La Guaira el 15 de diciembre de 1789 y Ejerce la vicepresidencia del
departamento de Venezuela, y participa activamente en la
separación de la Gran Colombia, y la formación de la
República de Venezuela. Carlos Soublette asume la presidencia en dos ocasiones.
[19] ).- Antonio Guzmán-Blanco (Caracas, 28
de febrero de 1829 - París, Francia, 28
de julio de 1899),
conocido como "El Ilustre Americano" []fue
un militar, estadista, caudillo, diplomático, abogado y político venezolano,
partícipe y general
durante la Guerra Federal y
presidente del país en
tres ocasiones (1870 - 1877), (1879 - 1884), y (1886 - 1887).
[20] ).- Juan Crisóstomo Falcón (Jadacaquiva,
27
de enero de 1820 - Fort-de-France, Martinica, 29
de abril de 1870)
Militar y político Venezolano.
Junto a Ezequiel Zamora el
Mariscal Juan Crisóstomo Falcón lideró el movimiento que a partir de la sexta
década del siglo XIX, enfrentó a federalistas y a centralistas.
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